Había una vez, un hombre que calumnio grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo, al ver el éxito que este había alcanzado, tiempo después, se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo y visitó a un hombre sabio a quien le dijo:
– Quiero arreglar todo el mal que le hice a mi amigo, ¿Cómo puedo hacerlo?
A lo que el hombre respondió.
– Toma una bolsa llena de plumas y suéltalas por donde vayas.
El hombre al cabo de un día las había soltado todas, volvió con el sabio y le dijo:
– Ya he terminado maestro.
A lo que el sabio contesto:
– Esa es la parte más fácil, ahora debes volver a llenar la bolsa con las mismas plumas que soltaste, sal a la calle y búscalas.
El hombre se sintió muy triste pues sabía que eso era imposible. Y entonces el sabio añadió:
– Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo, el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho, se humilde, y reconoce el daño pidiendo perdón a tu amigo y jamás vuelvas actuar de la misma forma.
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